Seguidores

lunes, 7 de septiembre de 2015


El falsificador de cuadros Hans Anthonius van Meegeren

En 1945 las tropas americanas encuentran escondidos en una mina de sal muchas obras de arte robadas por las tropas alemanas. Los holandeses encuentran una obra llamada “Cristo y la mujer adúltera” de Jan Vermeer, el famoso pintor de escenas de interior del siglo XVII, y la obra encontrada tenía una marca que indicaba ser de propiedad de Hermann Göring el ministro nazi y ávido coleccionista de obras de arte, lo que motivo que rápidamente comenzaran las investigaciones para dar con la identidad del vendedor de valioso patrimonio artístico al enemigo.
La investigación terminó con la detención de Hans Anthonius van Meegeren, ciudadano holandés con estudios de arquitectura y química, que se decide a ser pintor siendo aceptado por la Academia de Arte la Haya. El pintor expuso pinturas de temas bíblicos con bastante éxito, y luego se dedicó a hacer retratos recibiendo mala crítica lo que le provocó un gran rechazo hacia los críticos de la época.
Tras su arresto el 29 de mayo, van Meegeren declaró haber comprado la obra, pero más tarde cambió radicalmente su declaración asustado ante la posible pena por traición a la patria por lo que   se dispuso a cooperar. Señaló que él no había vendido patrimonio artístico holandés, sino que dijo ser el autor de los cuadros. Esta declaración provocó asombro y desconfianza de la policía.
Dijo haber pintado entre 1935 y 1943 junto a otras pinturas, el cuadro “Cristo y la mujer adúltera” a la manera de Vermeer, e insistió con fuerza ser el autor de las falsificaciones, y como prueba de su declaración, pidió materiales tales como tela, pinturas, pinceles entre otros, y comenzó a trabajar en un cuadro acompañado por los gendarmes que observaban con incredulidad y sorpresa como el pintor daba forma a un cuadro “al estilo” del célebre maestro holandés.
Terminado el cuadro y exhibido ante todo el personal policial, los abogados quedaron sorprendidos. Había pintado “Cristo entre los doctores de la ley” con una notable semejanza al estilo Vermeer. Los rostros, posturas, y las habitaciones pintadas correspondían al mismo ambiente de las escenas de los cuadros del pintor lo que tornaba muy verosímil cada una de las pinturas falsificadas. Van Meegeren reconoció el haber adquirido varios bienes con su deshonesta actividad.
Fue sometido a juicio y durante diez meses se efectuaron acuciosas investigaciones a fin de dilucidar los detalles de su estrategia para lograr su engaño. Para tal efecto se analizaron con la cooperación de químicos, historiadores del arte y otros expertos, unas seis telas que el pintor decía haber realizado, pero se concentraron en analizar su pintura “La Cena de Emaús
Consideraba que el mundo de la crítica no le había concedido los comentarios que merecía lo que despertó en él una gran resistencia hacia quienes desarrollaban esa actividad por lo que decidió darse un gusto y aprovechando que lo escaso suele despertar un gran interés especialmente entre los coleccionistas, su cuadro falsificado titulado” La Cena de Emaus”  impactó en el medio artístico a tal extremo que Abraham Bredius ,uno de los críticos más prestigiados de Europa al ser consultado por el cómplice del falsificador acerca de la pintura, reconoció en la obra la mano de Jan Vermeer van Delf y agregó que se trataba de una obra maestra siendo de los pocos cuadros de tema religioso del maestro holandés. Bredius además quería tener el privilegio de dar la noticia a través de Burlington Magazine.
Pese a que la pintura se terminó en 1935 se dijo para concretar el fraude, que el cuadro pertenecía a una colección de una rica familia italiana que vivía en un castillo en Holanda. Como consecuencia de lo anterior la pintura fue adquirida en París por el Boymans Museum de Rotterdam. De a poco fueron apareciendo en el mundo de los anticuarios otros cuadros religiosos del pintor lo que fue despertando ciertas sospechas en el ambiente del arte. Parecía curioso que un pintor como Vermeer que pinto en su corta vida aproximadamente treinta y cinco cuadros cuyos temas eran las escenas de interior con personajes bañados de luz por la proximidad de una ventana, de pronto en poco tiempo aparecieran en el mercado estos cuadros de temática poco frecuente en el pintor.
¿Quién era Jan Vermeer van Delf?
Era un pintor, padre de once hijos que vivía en la amplia casa de propiedad de su suegra ubicada en el barrio católico de la ciudad de Delf. Se sabe que gran parte de sus cuadros pertenecían al panadero de su barrio entregados quizás en forma de pago ante las necesidades económicas que lo agobiaron durante su vida, que pintaba lentamente lo que justifica su baja producción de pinturas, que utilizaba el medio óptico de una cámara oscura para componer sus obras y que en su tiempo era un reconocido pintor de su ciudad. Sus temas no eran poco frecuentes en la Holanda de su tiempo ya que los pintores de este país solían pintar escenas de interior. Aspectos de su vida pueden ser vistos en la exitosa película y novela “La joven de la perla”
  
¿Cómo logró Van Meegeren concretar su engaño?

Para pintar la Cena de Emaús, compró un óleo sobre tela de un pintor anónimo del siglo XVII. Pintó entonces sobre esa tela antigua la que terminó en 1935 tras siete meses de trabajo. Luego compró un hisopo de afeitar de pelo de coipo y pegó algunos de estos en la tela de manera que quedaran como evidencia del uso de los pinceles de la época, conservó los clavos del bastidor y aprovechó los antiguos blancos de la tela haciéndolos coincidir con su escena de la “Cena de Emaús”. Debido a lo anterior nada hacía pensar que se trataba de una falsificación ya que la vieja tela y la madera del bastidor colaboraban al logro del engaño. Al realizar la policía un allanamiento en su casa, se encontró con diferentes objetos tales como jarros y pequeños objetos similares a los que aparecían en los cuadros del maestro Vermeer.
Pese a estar detenido y en pleno proceso judicial, el falsificador mintió hasta el final. Había en él cierto gozo en ser reconocido por su habilidad por lo que afirmó que para los pigmentos azules había hecho uso de lapislázuli. Su mentira no resistió los análisis químicos a que fue sometido el cuadro ya que revelaron que el pigmento azul no era lapislázuli, sino que se trataba de un pigmento azul de origen químico inventado durante el siglo XIX.

Tras el juicio el falsificador van Megeeren fue condenado a prisión, pero no alcanzó a cumplir su pena ya que murió de un infarto en 1947 a los cincuenta y ocho años.