El
falsificador de cuadros Hans Anthonius van Meegeren
En 1945 las tropas
americanas encuentran escondidos en una mina de sal muchas obras de arte
robadas por las tropas alemanas. Los holandeses encuentran una obra llamada
“Cristo y la mujer adúltera” de Jan Vermeer, el famoso pintor de escenas de
interior del siglo XVII, y la obra encontrada tenía una marca que indicaba ser
de propiedad de Hermann Göring el ministro nazi y ávido coleccionista de obras
de arte, lo que motivo que rápidamente comenzaran las investigaciones para dar
con la identidad del vendedor de valioso patrimonio artístico al enemigo.
La investigación terminó
con la detención de Hans Anthonius van Meegeren, ciudadano holandés con
estudios de arquitectura y química, que se decide a ser pintor siendo aceptado
por la Academia de Arte la Haya. El pintor expuso pinturas de temas bíblicos
con bastante éxito, y luego se dedicó a hacer retratos recibiendo mala crítica
lo que le provocó un gran rechazo hacia los críticos de la época.
Tras su arresto el 29
de mayo, van Meegeren declaró haber comprado la obra, pero más tarde cambió
radicalmente su declaración asustado ante la posible pena por traición a la
patria por lo que se dispuso a
cooperar. Señaló que él no había vendido patrimonio artístico holandés, sino
que dijo ser el autor de los cuadros. Esta declaración provocó asombro y desconfianza
de la policía.
Dijo haber pintado
entre 1935 y 1943 junto a otras pinturas, el cuadro “Cristo y la mujer adúltera” a la manera de Vermeer, e insistió con
fuerza ser el autor de las falsificaciones, y como prueba de su declaración,
pidió materiales tales como tela, pinturas, pinceles entre otros, y comenzó a
trabajar en un cuadro acompañado por los gendarmes que observaban con
incredulidad y sorpresa como el pintor daba forma a un cuadro “al estilo” del
célebre maestro holandés.
Terminado el cuadro y
exhibido ante todo el personal policial, los abogados quedaron sorprendidos. Había
pintado “Cristo entre los doctores de la
ley” con una notable semejanza al estilo Vermeer. Los rostros, posturas, y
las habitaciones pintadas correspondían al mismo ambiente de las escenas de los
cuadros del pintor lo que tornaba muy verosímil cada una de las pinturas
falsificadas. Van Meegeren reconoció el haber adquirido varios bienes con su
deshonesta actividad.
Fue sometido a juicio
y durante diez meses se efectuaron acuciosas investigaciones a fin de dilucidar
los detalles de su estrategia para lograr su engaño. Para tal efecto se
analizaron con la cooperación de químicos, historiadores del arte y otros
expertos, unas seis telas que el pintor decía haber realizado, pero se
concentraron en analizar su pintura “La
Cena de Emaús”
Consideraba que el
mundo de la crítica no le había concedido los comentarios que merecía lo que despertó
en él una gran resistencia hacia quienes desarrollaban esa actividad por lo que
decidió darse un gusto y aprovechando que lo escaso suele despertar un gran
interés especialmente entre los coleccionistas, su cuadro falsificado titulado”
La Cena de Emaus” impactó en el medio artístico a tal extremo
que Abraham Bredius ,uno de los críticos más prestigiados de Europa al ser
consultado por el cómplice del falsificador acerca de la pintura, reconoció en
la obra la mano de Jan Vermeer van Delf y agregó que se trataba de una obra
maestra siendo de los pocos cuadros de tema religioso del maestro holandés.
Bredius además quería tener el privilegio de dar la noticia a través de
Burlington Magazine.
Pese a que la pintura
se terminó en 1935 se dijo para concretar el fraude, que el cuadro pertenecía a
una colección de una rica familia italiana que vivía en un castillo en Holanda.
Como consecuencia de lo anterior la pintura fue adquirida en París por el
Boymans Museum de Rotterdam. De a poco fueron apareciendo en el mundo de los
anticuarios otros cuadros religiosos del pintor lo que fue despertando ciertas
sospechas en el ambiente del arte. Parecía curioso que un pintor como Vermeer
que pinto en su corta vida aproximadamente treinta y cinco cuadros cuyos temas
eran las escenas de interior con personajes bañados de luz por la proximidad de
una ventana, de pronto en poco tiempo aparecieran en el mercado estos cuadros
de temática poco frecuente en el pintor.
¿Quién era Jan Vermeer van Delf?
Era un pintor, padre
de once hijos que vivía en la amplia casa de propiedad de su suegra ubicada en
el barrio católico de la ciudad de Delf. Se sabe que gran parte de sus cuadros
pertenecían al panadero de su barrio entregados quizás en forma de pago ante
las necesidades económicas que lo agobiaron durante su vida, que pintaba
lentamente lo que justifica su baja producción de pinturas, que utilizaba el
medio óptico de una cámara oscura para componer sus obras y que en su tiempo
era un reconocido pintor de su ciudad. Sus temas no eran poco frecuentes en la
Holanda de su tiempo ya que los pintores de este país solían pintar escenas de
interior. Aspectos de su vida pueden ser vistos en la exitosa película y novela
“La joven de la perla”
¿Cómo logró Van Meegeren concretar su engaño?
Para pintar la Cena de
Emaús, compró un óleo sobre tela de un pintor anónimo del siglo XVII. Pintó
entonces sobre esa tela antigua la que terminó en 1935 tras siete meses de
trabajo. Luego compró un hisopo de afeitar de pelo de coipo y pegó algunos de
estos en la tela de manera que quedaran como evidencia del uso de los pinceles
de la época, conservó los clavos del bastidor y aprovechó los antiguos blancos
de la tela haciéndolos coincidir con su escena de la “Cena de Emaús”. Debido a lo anterior nada hacía pensar que se
trataba de una falsificación ya que la vieja tela y la madera del bastidor
colaboraban al logro del engaño. Al realizar la policía un allanamiento en su
casa, se encontró con diferentes objetos tales como jarros y pequeños objetos similares
a los que aparecían en los cuadros del maestro Vermeer.
Pese a estar detenido
y en pleno proceso judicial, el falsificador mintió hasta el final. Había en él
cierto gozo en ser reconocido por su habilidad por lo que afirmó que para los
pigmentos azules había hecho uso de lapislázuli. Su mentira no resistió los
análisis químicos a que fue sometido el cuadro ya que revelaron que el pigmento
azul no era lapislázuli, sino que se trataba de un pigmento azul de origen
químico inventado durante el siglo XIX.